Conceptos básicos sobre la energía de la biomasa

La biomasa se utiliza desde que la gente empezó a quemar madera para cocinar y calentarse. Hoy en día, la madera sigue siendo el mayor recurso energético de la biomasa. Otras fuentes son los cultivos alimentarios, las plantas herbáceas y leñosas, los residuos agrícolas o forestales, las algas ricas en aceite y el componente orgánico de los residuos municipales e industriales. Incluso los humos de los vertederos (que contienen metano, el principal componente del gas natural) pueden utilizarse como fuente de energía de la biomasa.

La biomasa puede utilizarse como combustible, para la producción de energía y para productos que, de otro modo, se fabricarían con combustibles fósiles.

La visión del NREL es desarrollar tecnología para biorrefinerías que conviertan la biomasa en una serie de valiosos combustibles, sustancias químicas, materiales y productos, de forma similar a como lo hacen las refinerías de petróleo y las plantas petroquímicas.

Tecnologías de bioenergía

Biocombustibles

Los biocombustibles son combustibles para el transporte, como el etanol y el biodiésel, creados mediante la conversión de biomasa en combustibles líquidos para satisfacer las necesidades de transporte. Más información sobre los biocombustibles.

Bioenergía

Las tecnologías de bioenergía convierten los combustibles de biomasa renovable en calor y electricidad mediante uno de los tres procesos siguientes: la combustión, la descomposición bacteriana y la conversión en gas o combustible líquido.

Bioproductos

Además de la electricidad y los combustibles, la biomasa también puede convertirse en productos químicos para fabricar plásticos y otros productos que normalmente se obtienen a partir del petróleo.

Beneficios de la biomasa

La biomasa puede proporcionar una serie de beneficios.

Reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero

El uso de la energía de la biomasa tiene el potencial de reducir en gran medida las emisiones de gases de efecto invernadero. La quema de biomasa libera aproximadamente la misma cantidad de dióxido de carbono que la quema de combustibles fósiles. Sin embargo, los combustibles fósiles liberan dióxido de carbono capturado por la fotosíntesis hace millones de años, un gas de efecto invernadero esencialmente «nuevo».

La biomasa, en cambio, libera dióxido de carbono que se equilibra en gran medida con el dióxido de carbono capturado en su propio crecimiento (dependiendo de cuánta energía se haya utilizado para cultivar, cosechar y procesar el combustible).

Sin embargo, los estudios han revelado que la tala de bosques para cultivar biomasa supone una penalización de carbono que tarda décadas en recuperarse, por lo que es mejor que la biomasa se cultive en tierras previamente despejadas, como las tierras de cultivo infrautilizadas.

Reducción de la dependencia del petróleo extranjero

El uso de la biomasa puede reducir la dependencia del petróleo extranjero porque los biocombustibles son los únicos combustibles líquidos renovables disponibles para el transporte.

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